Este postre es un clásico de la repostería y muy delicado de elaborar. Se denomina así en honor de Anna Pávlova. Es un pastel crujiente por fuera y, a su vez, muy cremoso y ligero por dentro. Los habitantes de Nueva Zelanda y Australia han reclamado por igual la propiedad de la receta para sí, al igual que el “Anzac biscuit”, aunque el libro más antiguo que describe la receta fue publicado en Nueva Zelanda.
Su origen es incierto ya que existen varias versiones sobre cuál fue el país que lo inventó. Hay dos países que se disputan ser ellos lo que lo inventaron: Nueva Zelanda y Australia.
En lo que sí están de acuerdo es que fue creado en honor a la famosa bailarina de ballet rusa Anna Pavlova. Dicen que la bailarina visitó Nueva Zelanda y en su honor surgió este postre. Decidieron hacer este postre, ya que es muy delicado como el ballet.
La pavlova es un postre muy conocido, pero sobretodo en Australia y en Nueva Zelanda. Consiste en una base de merengue sobre la cual se pone crema batida, chocolate y trozos de fruta (no faltando los frutos rojos). Resulta crocante por fuera y húmedo por dentro. La original era de fresas.
Hay quienes hacen una base circular o cuadrada y sobre ella le ponen los demás ingredientes, por otro lado, hay quienes lo hacen formando una caja con el merengue y luego la rellenan.Se debe rellenar en el momento de servir pues el merengue en contacto con la humedad de la fruta se desmoronaría.
Como curiosidad… Existen personas que se dedican a investigar de dónde proviene cada postre. La profesora Helen Leach, de la Universidad de Otago, encontró en Nueva Zelanda un libro muy antiguo donde hay una receta parecida a la pavlova. Este libro es del año 1929 y de ser esto cierto Australia perdería la “supuesta autoría” de la receta.
En fin, como dijo Kelvin Garcia, crítico culinario: “quizás nunca se sepa quién lo inventó y sea más importante contar con el disfrute de este postre que continuar averiguando quién lo hizo por vez primera”.
Hoy os traigo una variedad de este postre tan clásico con pistachos y violetas. Esta receta se basa en la de Alma Obregón que tiene en su ultimo libro «Un año de dulces», ella la hace con rosas pero como yo no tenía decidí hacer esta variación que también esta buenísima.
Para el merengue:
- 4 claras de huevo.
- 160 g de azúcar blanco.
- 80 g de azúcar glasé.
- Colorante en pasta lila.
Para el relleno:
- 200 ml nata.
- Azúcar glasé.
- Pistachos triturados.
- Pétalos de violeta escarchados, triturados.
PREPARACIÓN:
- Calentar el horno a 100ºC. Mientras tanto preparar el merengue, para ello, batir las claras con unas varillas hasta que estén espumosas y hayan doblado su tamaño, entonces añadir el azúcar blanco poco a poco sin dejar de remover. Cuando se vea que se empiezan a formar picos añadir el colorante y terminar de remover.
- Una vez formado el merengue añadir el azúcar glasé y mover con una espátula con movimientos envolventes para que no se baje.
- Poner el merengue en la bandeja del horno con papel vegetal o silpat (silicona que evita que se peguen las cosas en la bandeja). Hornear durante 2 horas y dejar reposar en el horno hasta que se enfríe (lo ideal es dejarlo durante toda la noche para asegurarse de que esta bien frío y no se baje al abrirlo).
- Montar la nata y añadir azúcar glasé al gusto.
- Poner la nata en el momento justo antes de servir para que no se ablande el merengue y se cuartee. Para decorar añadir los pistachos y la violeta triturada por encima.
NOTA: Si quieres que la tarta tenga un sabor más intenso de violetas añadir al merengue unas gotas de esencia de violeta o un poquito de pastas de violetas. Si pones pasta no hace falta poner colorante ya que está nos teñirá el merengue.
Besos, Irene.
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